miércoles, 28 de diciembre de 2011

Periodismo ciudadano: ¿Por qué las democracias deberían depender de él?


 Y ¿por qué el periodismo digital no es suficiente?


Por    Howard Rheingold     





Los medios digitales, en las manos de miles de millones de personas, están cambiando las instituciones y la práctica profesional del periodismo y, por lo tanto, también la propia naturaleza de la democracia. Los ciudadanos no solo están cambiando el periodismo. El periodismo define y redefine lo que significa ser un ciudadano. La democracia no solo es elegir a quienes ejercen el poder.

La democracia requiere asimismo que los ciudadanos estén bien informados sobre las actividades del Estado, que sean suficientemente libres para expresar y debatir sus opiniones y que hayan sido educados a fin de decidir por sí mismos. En lo que a esto se refiere, el periodismo es esencial en relación al concepto de «ciudadano», que yo defino como una persona libre, que no es propiedad de un monarca, sino parte de un público que influye sobre la política. Sin saber lo que están realmente haciendo aquellos que ejercen el poder, la ciudadanía no puede elegir libremente a sus líderes; y sin los medios para trasladar la opinión pública a quienes están en el poder, la ciudadanía no puede influir en la política. Como intermediario entre el ciudadano y el Estado, el periodismo no solo precede a las democracias constitucionales, sino que las hace posibles.

Los medios digitales y las redes no están transformando directamente el periodismo, pero hacen que esa transformación sea posible concediendo nuevos poderes –para lo bueno y para lo malo– a grupos enteros de personas. Hemos visto este tipo de transformación indirecta antes en la Historia: la aparición de los medios impresos de comunicación de masas en el siglo XV no creó la democracia, pero la invención de los tipos móviles permitió la aparición de la opinión pública; y la opinión pública se deshizo de los monarcas creando las constituciones.

De modo similar, pero a mucha mayor escala hoy, el crecimiento explosivo de los medios digitales y las redes sociales está permitiendo que la gente transforme las herramientas, las instituciones y la forma de hacer periodismo. Con cinco mil millones de teléfonos móviles (centenares de millones de ellos equipados con cámaras) y dos mil millones de cuentas de Internet, un porcentaje significativo de la raza humana dispone de una rotativa, una estación de radio, un organizador político y un mercado en su ordenador de sobremesa y en su bolsillo. Ahora mismo, no está en absoluto claro si las instituciones en que se apoya el verdadero periodismo van a sobrevivir o cómo lo van a conseguir. Pero no hay duda de que los ciudadanos están actuando, ya no como reporteros, sino como periodistas.

La emisión de vídeo en directo desde millones de (teléfonos) móviles inteligentes (Smartphone) no es un sueño de ciencia ficción sino una realidad.
La primera imagen borrosa, enviada directamente desde la escena de los ataques terroristas de 2005 en el metro de Londres fue solo el comienzo.
La imagen mucho más nítida del increíble aterrizaje de un 747 en el río Hudson, enviada directamente a Twitter, fue otro hito, como también lo fue el descorazonador vídeo de la muerte de Neda Agha Soltan en las protestas que se produjeron durante las elecciones en Irán, en 2009. Los blogueros estadounidenses de izquierdas que investigaron la historia de las declaraciones racistas del senador Trent Lott y los blogueros de derechas que
filtraron a la CBS los documentos sobre el historial de George W. Bush en la guerra de Vietnam eran periodistas ciudadanos. Wikileaks, las llamadas de teléfono realizadas desde el avión de United Airlines que fue secuestrado durante los ataques terroristas del 11 de septiembre, el uso de mensajes SMS para monitorizar el fraude electoral en Kenia, los informes que llegaban vía Twitter durante las primeras horas de los ataques terroristas en Bombay…la lista podría extenderse varias páginas.

Existen considerables peligros, así como oportunidades en la naciente era del periodismo ciudadano. Los periodistas no son solo reporteros que tuitean desde una manifestación o publican fotos de sucesos o eventos potencialmente noticiosos. Los periodistas trabajan fundamentalmente para verificar la información y las pistas que reciben de los ciudadanos. Muchos de los tuits que llegaron desde Teherán y Bombay resultaron no ser ciertos. No hay garantía de que la información que llega de primera mano sobre una noticia sea cierta. La verificación de la información recibida se ha convertido en una labor incluso más importante que la fuente de la noticia, puesto que ahora esa fuente puede ser cualquier ciudadano desconocido, en lugar de un famoso periodista. Tratar de separar la información fiable de la poco fiable o inexacta es quizás la labor más importante de un periodista, pero está muy lejos de ser su única actividad. Los periodistas tratan de averiguar si hay más de un punto de vista sobre un asunto concreto y buscan a personas reputadas que les ofrezcan diferentes versiones o dimensiones de una historia. Los periodistas contextualizan los sucesos explicando su trasfondo histórico y cultural. Los periodistas convierten los hechos en historias que ayudan a la gente a empatizar con las noticias. Aunque las instituciones sobre las que se apoyan las personas que realizan esa labor están cambiando, la necesidad de verificación, contextualización y la narrativa de esas historias no van a desaparecer; de hecho, esta necesidad es incluso mayor.

Los periodistas tradicionales tienen que aprender a cómo construir y afinar redes de informadores, gestionar comunidades de ciudadanos, reporteros y comentaristas, utilizando los medios sociales y tecnológicos para comprobar la veracidad de las historias. Los periodistas ciudadanos necesitan, además, entender la importancia de la verificación, de la disponibilidad de múltiples perspectivas de la misma historia y de la capacidad para contar esa historia. El desafío no consiste solo en mantenerse al día con las tecnologías. El desafío, para los profesionales y los aficionados, consiste en entender la importancia de la búsqueda de la verdad a la hora de informar acerca de una noticia y el papel fundamental del periodismo en la democracia.


Howard Rheingold

Crítico, ensayista, escritor, profesor de la Universidad de Stanford (California,
Estados Unidos) y autor, entre otros libros, de Smart Mobs: The Next Social Revolution (rheingold.com).

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